domingo, 23 de noviembre de 2014

El verticalismo.

Viva el verticalismo cuando árboles, fríos, que nacen de la tierra marrón y crecen para arriba, intentando alcanzar el  cielo azul y tocar las nubes, bañarse de ellas y beber su agua.
Viva el verticalismo cuando montañas, majestuosas e inmensas, que surgen de la tierra por un maravilloso accidente natural y se elevan por las más extensas alturas, sin miedo, sin vértigo.
Viva el verticalismo cuando pirámides, que son historia, cultura y memoria, el refugio y la religión de muchos.
Viva el verticalismo cuando edificios, construcciones humanas, obras de arte arquitectónicas que sirven como hogar de muchos, oficinas de otros, iglesias, museos, teatros y cines.
Pero que no viva el verticalismo del jefe, del maestro, del funcionario. Ese no. Que no viva. Que no te pise con su inmenso pie de gigante, ni te ahogue con su manota insensata. Sin piedad. Que no viva. Que no viva por su abuso de poder, por su crueldad. Que no viva por ser juez, que te señala con su dedo acusador. Que te persigue con su mirada acechadora. Que no viva. Ese no. Porque como los árboles, todos tenemos un saber. Porque como las montañas, todos somos fuertes. Porque como las pirámides, todos tenemos memoria. Y porque como los edificios, todos podemos pisar firme. Que se muera ese verticalismo, que no exista más. Que no te reprima ni se ría de vos. Que no viva.




jueves, 2 de enero de 2014

Se fue un año quizá importante, quizá trascendente. Esto no es un balance. Ya no creo en eso, no creo que sirvan, no creo que aporten nada. Creo que hay que dejarse atravesar por lo bueno y filtrar lo demás como parte del crecer y el aprender. Que las cosas grandes te marcan, estés donde estés, más allá de las medidas del tiempo que corre, que nunca alcanzas, que siempre te gana y te pasa por arriba. Que los objetivos y proyectos son para hoy, para mañana, para pasado mañana, para el futuro, más allá del número que te marque el calendario, porque nunca es tarde, porque todas las mañanas son iguales y cada día ofrece una oportunidad. No hay diferencia entre un 31 de diciembre y un 1 de enero. Nada cambió. O algo sí. Pero qué importa si es 13 o 14!
Creo que hace unos meses que vivo en una gran burbuja, colgada en la sonrisa de una bebé que no sabe cuánto la amo. Creo que problemas siempre hay y siempre va a haber. Es muy difícil sacarse un diez. Hoy son estos, mañana otros. Nos acompañarán siempre, y qué importa si no son las cosas perfectas. La belleza no radica en lo perfecto. Hasta aquella Venus de Milo, representativa de Afrodita, diosa del amor y la belleza... no tiene brazos.
Creo que fue un año muy terrenal -no por eso malo-. De pensar, mucho, de pensar mucho mucho. De alejarse de todo lo demás -un poco queriendo, otro poco no-. De no querer contaminar lo puro y temer. De crecer en lo profesional, en lo espiritual y en lo cotidiano. 
Entiendame. Por favor. Entiendanme todos.




sábado, 9 de noviembre de 2013

A mi amor.

Aún en la sofocante dureza de los nudos apretando la garganta, de las sogas estrujando el corazón, de los hilos que te sujetan al pasado y que te provocan la asfixia insoportable que te deja sin palabras, aún… amas.
Qué valiente has sabido ser, de a poco soltando todo aquello que te provocaba la más seca de las angustias, el más oscuro de los pesares. ¡Qué valiente has sabido ser! Y aunque no tengas consciencia de ello: ¡cuánto amor por vivir!.
Dejaste atrás la piedra que te colgaba del cuello y te hundía en el frío océano, para amar.
Y yo que nada de eso tenía, si no que todo lo contrario, te di la mano y confiaste. Como un niño chiquito que no sabe qué hacer. Intenté aliviar el peso de tu mochila creyéndome fuerte y sin saber que luego la que más aprendería sería yo. Tus silencios no eran elegidos: a eso estabas acostumbrado. Mis silencios eran elegidos: cuando yo quería, me callaba. Tus sentimientos eran reprimidos: te ahogaban las infinitas lágrimas no lloradas. Y yo me creía tan llena de vida dejando fluir todo mi sentir por mis brazos y mis piernas a la plena luz del día, que luego de sopetón varios meses después, sintiendo la mano de nuestra hija acariciándome el vientre desde adentro entendería realmente lo que es estar tan llena de vida.
Te asustaba tanto tu normalidad y mi anormalidad que creías que algún día el fuego se acabaría ante la falta de cosas en común. Pero no tuviste en cuenta que todo aquello es lo que me mantiene enamorada. Y cuanto más simple sos, más me sorprendes. Es asombroso cómo podes entusiasmarte ante algo tan mundano como un muñequito de plástico. Es maravillosamente hermosa esa inocencia de niño de siete años que conservas. Y así entonces, ha pasado el tiempo, y me llenaste de terrenalidad. Y no lo lamento. Porque cuando quiero, vuelo. Y cuando quiero, bajo. Cuando antes bajaba sin quererlo, y me golpeaba fuerte la cabeza.

Te quiero con la fuerza de mil soles que nunca se van a apagar. Porque sos un guerrero de los más valientes, porque todos los días salis entero de la guerra que luchas contra vos mismo. Porque sos un héroe para mi y para nuestra niñita que te ama y que te amo con un amor que es palubere, hasta el cielo alto. Muy alto.

sábado, 12 de octubre de 2013

Hace casi un año que no visito estos pagos. Y en este "casi año" he leído y he escrito poco.
Me pasó algo que nunca me había pasado: no tuve palabras.
El 18 de septiembre de 2012 me enteraba mediante un recipiente lleno de mi pis, que iba a ser mamá. Desde ese día, las palabras se fueron esfumando y predominaron los silenciosos sentimientos. Me detuve sólo a escribirle a India algunos párrafos llenos de intentos de querer explicarle alguno de esos sentimientos. Me sentí obligada a buscar las palabras y peor aún, a encontrarlas... para tener respuestas para ella. No leí otras historias, pues me la pasé pensando en cómo continuaría la mía.
Los primeros meses abundaron las nauseas y los vómitos. Por lo que dejé la militancia y también la facultad. No me asusté ni sentí miedo. Siempre estuve lúcida ante esta nueva realidad. No lamenté haber dejado la facultad porque tuve en claro que nunca jamás en mi vida aprendería tanto como siendo madre. Entendí que quizá India me enseñe más cosas a mi que yo a ella. Y tampoco extrañé la militancia porque con 20 años y luego de haber militado en organizaciones, asistido a debates políticos, charlas, marchas y festivales de protesta, leído libros, informado, elaborado una postura, una opinión... me acababa de dar cuenta que estaba a punto de cometer el acto más revolucionario de mi vida: nada mejor que traerle al mundo una semilla nueva, limpia y pura, libre de prejuicios y maldad. ¡A ver si pueden con ella!
Me alegré. Y de a poco comencé a sentir un amor profundo profundo latiendome en la boca del estómago. Tuve miedos y dudas que se fueron disipando. 

India aguantó en la panza hasta el último momento. Aprovechó los nueve meses que tenía de alquiler. Y finalmente nació el 10 de mayo a las 12:09 hrs del mediodía. En un parto inolvidablemente hermoso y doloroso. Nunca fui tan feliz.
Hoy en día pocas cosas me interesan más que observar su sonrisa. Tiene la piel más suave que toqué en mi vida y unos cachetes enormes. Todos dicen que es hermosa y realmente lo es. 
Eso estuve haciendo todo este tiempo: observando. Sintiendo. Observando el mundo que le ofrezco a India. Imaginando el futuro juntas. Observándome en sus ojos. Buscándome en su sonrisa. Alimentándola con la tibia leche de mi cuerpo. Inventándole historias. Actuando y cantando para ella. Nunca más la soledad. Nunca más el egoísmo de pensar sólo en uno. Y la certeza de que este amor no va a tener fin.








lunes, 26 de noviembre de 2012


¿Has pensado alguna vez que nunca te verás caminar? ¿O nunca te mirarás a los ojos? Sí y sólo si lo haces mediante un intermediario. Podrías ver una filmación tuya caminando, pero no te estarías viendo a vos caminando sino una filmación de vos haciéndolo. O podrías pues buscar tus ojos en el espejo, pero no serían los tuyos los que él te devolvería, sino los que él tiene para ofrecerte.
Es extraño que nosotros seamos los únicos que no podemos vernos. Ni escucharnos (dicen que la voz que escucha uno, no es la que realmente emite). ¿Será que nunca nos conocemos realmente? ¿Existe la posibilidad de conocer alguna vez, profundamente, a alguien? ¿es eso posible?.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Unificación de ejes.



Alguna vez alguien me dijo que nada se debe en esta vida. Creo que ya hemos citado eso en este blog. No sé bien por qué, pero los seres humanos tendemos a adjudicarnos deberes. A adjudicarnos y adjudicarle también deberes a los demás. Pero… ¿es acaso eso posible? ¿Existe algo que se deba hacer o no se deba hacer como obligación-responsabilidad nata imposible de eludir?
Extrañamente, hay una gran diferencia entre lo que “se debe hacer”, lo que “se quiere hacer” y lo que efectivamente se hace. Rara vez esos tres puntos coinciden formando uno solo. Por lo general, es un segmento compuesto por tres puntos en el que nos deslizamos los seres humanos a lo largo de nuestra vida, haciendo a veces lo que queremos, haciendo a veces lo que debemos o no haciendo ninguna de estas dos y haciendo otra cosa. Lo ideal sería que esos tres puntos se conviertan en uno solo. Vayamos a un ejemplo:
Estoy aquí sentada redactando este escrito (loqueestoyhaciendo), debería estar leyendo para mi parcial de argentina II que se aproxima (loquedeboestarhaciendo) pero me gustaría realmente estar paseando por las calles angostas de algún país lejano (loquemegustaríaestarhaciendo).
Lo cierto es que existen limitaciones. Es decir, para llevar a cabo lo que me gustaría hacer, yo debería disponer de dinero, principalmente, para pagar dicho viaje y así sucesivamente.
Si profundizáramos más en esa tríada de la vida y encontráramos grandes abismos entre los tres puntos, entonces sería verdaderamente preocupante. Vayamos a un ejemplo:
“Debería estar yéndome a casar, sin embargo, estoy en un bar lleno de putas y drogas totalmente alcoholizado… me gustaría estar sentado en el regazo de mi madre mientras ella acaricia mi pelo y me lee un libro”.
Ese es un ejemplo extremo. Tal vez el más extremo de todos. Digamos que aquel hombre ha sufrido en su infancia el maltrato de su padre, un demente que –celoso por la relación edipica entre su mujer y su hijo- asesinó a su esposa, lo que produjo un fuerte trauma en el niño, quien años más tarde, creyéndose libre ya del dolor de aquel episodio, comienza a mantener una relación amorosa con una mujer, en la que busca satisfacer todas sus carencias de amor y contención, buscando similitudes entre esta mujer y su propia madre. Lleva esta relación muy lejos, hasta el mismísimo casamiento, pero en el día de su boda todo esto se le revela, lo atemoriza, lo paraliza y huye a un bar de malamuerte a esconderse en adicciones que han sabido acogerlo en años pasados.
Ese sería un claro ejemplo de los abismos que puede haber entre estos tres puntos. Fundado y argumentado en una historia pasada que permite la coherencia o la lógica o por lo menos facilita el entendimiento del por qué de la distancia entre estos tres puntos.
Muchas veces coinciden sólo dos puntos de estos tres, lo cual es lo más común. Por ejemplo:
Un hombre debe trabajar diez horas al día en una fábrica para mantener a su familia, efectivamente está trabajando en la fábrica aunque quisiera estar en la plaza jugando a la pelota y disfrutando de sus hijos.
Es realmente triste vivir así, no? Pienso que sería lindo lograr la unificación de estos ejes.
Sin embargo, hay un punto exacto en el Universo en el que esos tres ejes se alinean, se interceptan formando uno solo: lo que debo hacer, lo que quiero hacer y lo que hago. Son pocas las certezas que tengo en la vida. Abundan las dudas. Nunca me siento segura de estar en el lugar indicado, estudiando la carrera indicada, con la compañía indicada. Sólo hay un lugar en el que me siento así, segura, y en el que los puntos se interceptan chocándose y producen esa mágica luz que encandila y enamora y se prolonga hasta la infinidad del Cosmos, bien hondo en tu pecho, por los jamases de los jamases: el escenario.


jueves, 5 de abril de 2012

Amores perros.

- Capítulo tres: “Lo que no se dijo”

“El mundo es tan chico, viejo, sin embargo nunca supe de alguien como vos.”

























La historia ya era literatura en sí misma, narrarla sería cometer un sacrilegio.