sábado, 8 de septiembre de 2012

Unificación de ejes.



Alguna vez alguien me dijo que nada se debe en esta vida. Creo que ya hemos citado eso en este blog. No sé bien por qué, pero los seres humanos tendemos a adjudicarnos deberes. A adjudicarnos y adjudicarle también deberes a los demás. Pero… ¿es acaso eso posible? ¿Existe algo que se deba hacer o no se deba hacer como obligación-responsabilidad nata imposible de eludir?
Extrañamente, hay una gran diferencia entre lo que “se debe hacer”, lo que “se quiere hacer” y lo que efectivamente se hace. Rara vez esos tres puntos coinciden formando uno solo. Por lo general, es un segmento compuesto por tres puntos en el que nos deslizamos los seres humanos a lo largo de nuestra vida, haciendo a veces lo que queremos, haciendo a veces lo que debemos o no haciendo ninguna de estas dos y haciendo otra cosa. Lo ideal sería que esos tres puntos se conviertan en uno solo. Vayamos a un ejemplo:
Estoy aquí sentada redactando este escrito (loqueestoyhaciendo), debería estar leyendo para mi parcial de argentina II que se aproxima (loquedeboestarhaciendo) pero me gustaría realmente estar paseando por las calles angostas de algún país lejano (loquemegustaríaestarhaciendo).
Lo cierto es que existen limitaciones. Es decir, para llevar a cabo lo que me gustaría hacer, yo debería disponer de dinero, principalmente, para pagar dicho viaje y así sucesivamente.
Si profundizáramos más en esa tríada de la vida y encontráramos grandes abismos entre los tres puntos, entonces sería verdaderamente preocupante. Vayamos a un ejemplo:
“Debería estar yéndome a casar, sin embargo, estoy en un bar lleno de putas y drogas totalmente alcoholizado… me gustaría estar sentado en el regazo de mi madre mientras ella acaricia mi pelo y me lee un libro”.
Ese es un ejemplo extremo. Tal vez el más extremo de todos. Digamos que aquel hombre ha sufrido en su infancia el maltrato de su padre, un demente que –celoso por la relación edipica entre su mujer y su hijo- asesinó a su esposa, lo que produjo un fuerte trauma en el niño, quien años más tarde, creyéndose libre ya del dolor de aquel episodio, comienza a mantener una relación amorosa con una mujer, en la que busca satisfacer todas sus carencias de amor y contención, buscando similitudes entre esta mujer y su propia madre. Lleva esta relación muy lejos, hasta el mismísimo casamiento, pero en el día de su boda todo esto se le revela, lo atemoriza, lo paraliza y huye a un bar de malamuerte a esconderse en adicciones que han sabido acogerlo en años pasados.
Ese sería un claro ejemplo de los abismos que puede haber entre estos tres puntos. Fundado y argumentado en una historia pasada que permite la coherencia o la lógica o por lo menos facilita el entendimiento del por qué de la distancia entre estos tres puntos.
Muchas veces coinciden sólo dos puntos de estos tres, lo cual es lo más común. Por ejemplo:
Un hombre debe trabajar diez horas al día en una fábrica para mantener a su familia, efectivamente está trabajando en la fábrica aunque quisiera estar en la plaza jugando a la pelota y disfrutando de sus hijos.
Es realmente triste vivir así, no? Pienso que sería lindo lograr la unificación de estos ejes.
Sin embargo, hay un punto exacto en el Universo en el que esos tres ejes se alinean, se interceptan formando uno solo: lo que debo hacer, lo que quiero hacer y lo que hago. Son pocas las certezas que tengo en la vida. Abundan las dudas. Nunca me siento segura de estar en el lugar indicado, estudiando la carrera indicada, con la compañía indicada. Sólo hay un lugar en el que me siento así, segura, y en el que los puntos se interceptan chocándose y producen esa mágica luz que encandila y enamora y se prolonga hasta la infinidad del Cosmos, bien hondo en tu pecho, por los jamases de los jamases: el escenario.