jueves, 29 de septiembre de 2011

Universos.

            A Gonzalo D.S.

Las cuatro paredes de nuestra casa serán cuatro bibliotecas, inmensas, del techo al piso, repletas de libros de distintos colores, géneros y lenguas, gordos, flacos, grandes y pequeños. En el techo habrá un enorme ventanal de vidrio blanco por el que podremos ver cómo cae la lluvia aquellos días que se empeñen en ser grises.
En el medio de la habitación, en el suelo, habrá un colchón, en donde nos tiraremos a mirar las estrellas o a alucinar con las diversas formas de las nubes, blancas, de algodón.
El ambiente será cálido. Ni frío ni caluroso. Lo necesario. Y lo inundará el aroma de los libros humedecidos por el tiempo. Tomaremos uno de ellos  todos los días y nos sumergiremos en el Universo que él nos quiera regalar. No necesitaremos nada más. Nos aislaremos del mundo. No reconoceremos otras voces más que las nuestras.
Poco a poco esos Universos se convertirán en uno solo, el nuestro. Y las historias serán nuestras también y las viviremos hasta perder la cordura y nos cantaremos canciones y nos sentaremos a esperar el día en el que, finalmente, nos encuentre la muerte, sonriendo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

4-2

Puedo asegurar con toda certeza que nuestro sorpresivo encuentro no ha provocado en mi melancolía de ningún tipo. Aunque, desde ese entonces, no he hecho otra cosa más que soñarte. Permitime (si se quiere) dudar de aquel encuentro, demasiado oportuno para ser real. Permitime dudar de haber estado caminando por aquella avenida tan banal, ocultándome entre el gentío, fingiendo ignorar aquellas voces de mi cabeza que suponen haberte olvidado. No nos queda más que creer que aquellos segundos en los que nuestras miradas se sostuvieron, no fueron más que una travesura del destino, infrenable destino, imposible de vencer. Creo, por sobretodas las cosas, en las segundas oportunidades. Y aún tengo algunos signos de pregunta vagando por mi cabeza, esperándote.