A mi amor.
Aún en la sofocante dureza de
los nudos apretando la garganta, de las sogas estrujando el corazón, de los
hilos que te sujetan al pasado y que te provocan la asfixia insoportable que te
deja sin palabras, aún… amas.
Qué valiente has sabido ser,
de a poco soltando todo aquello que te provocaba la más seca de las angustias,
el más oscuro de los pesares. ¡Qué valiente has sabido ser! Y aunque no tengas
consciencia de ello: ¡cuánto amor por vivir!.
Dejaste atrás la piedra que te
colgaba del cuello y te hundía en el frío océano, para amar.
Y yo que nada de eso tenía, si
no que todo lo contrario, te di la mano y confiaste. Como un niño chiquito que
no sabe qué hacer. Intenté aliviar el peso de tu mochila creyéndome fuerte y
sin saber que luego la que más aprendería sería yo. Tus silencios no eran
elegidos: a eso estabas acostumbrado. Mis silencios eran elegidos: cuando yo
quería, me callaba. Tus sentimientos eran reprimidos: te ahogaban las infinitas
lágrimas no lloradas. Y yo me creía tan llena de vida dejando fluir todo mi
sentir por mis brazos y mis piernas a la plena luz del día, que luego de sopetón
varios meses después, sintiendo la mano de nuestra hija acariciándome el
vientre desde adentro entendería realmente lo que es estar tan llena de vida.
Te asustaba tanto tu
normalidad y mi anormalidad que creías que algún día el fuego se acabaría ante
la falta de cosas en común. Pero no tuviste en cuenta que todo aquello es lo
que me mantiene enamorada. Y cuanto más simple sos, más me sorprendes. Es asombroso
cómo podes entusiasmarte ante algo tan mundano como un muñequito de plástico. Es
maravillosamente hermosa esa inocencia de niño de siete años que conservas. Y así
entonces, ha pasado el tiempo, y me llenaste de terrenalidad. Y no lo lamento. Porque
cuando quiero, vuelo. Y cuando quiero, bajo. Cuando antes bajaba sin quererlo,
y me golpeaba fuerte la cabeza.
Te quiero con la fuerza de mil
soles que nunca se van a apagar. Porque sos un guerrero de los más valientes,
porque todos los días salis entero de la guerra que luchas contra vos mismo. Porque
sos un héroe para mi y para nuestra niñita que te ama y que te amo con un amor
que es palubere, hasta el cielo alto. Muy alto.