sábado, 9 de noviembre de 2013

A mi amor.

Aún en la sofocante dureza de los nudos apretando la garganta, de las sogas estrujando el corazón, de los hilos que te sujetan al pasado y que te provocan la asfixia insoportable que te deja sin palabras, aún… amas.
Qué valiente has sabido ser, de a poco soltando todo aquello que te provocaba la más seca de las angustias, el más oscuro de los pesares. ¡Qué valiente has sabido ser! Y aunque no tengas consciencia de ello: ¡cuánto amor por vivir!.
Dejaste atrás la piedra que te colgaba del cuello y te hundía en el frío océano, para amar.
Y yo que nada de eso tenía, si no que todo lo contrario, te di la mano y confiaste. Como un niño chiquito que no sabe qué hacer. Intenté aliviar el peso de tu mochila creyéndome fuerte y sin saber que luego la que más aprendería sería yo. Tus silencios no eran elegidos: a eso estabas acostumbrado. Mis silencios eran elegidos: cuando yo quería, me callaba. Tus sentimientos eran reprimidos: te ahogaban las infinitas lágrimas no lloradas. Y yo me creía tan llena de vida dejando fluir todo mi sentir por mis brazos y mis piernas a la plena luz del día, que luego de sopetón varios meses después, sintiendo la mano de nuestra hija acariciándome el vientre desde adentro entendería realmente lo que es estar tan llena de vida.
Te asustaba tanto tu normalidad y mi anormalidad que creías que algún día el fuego se acabaría ante la falta de cosas en común. Pero no tuviste en cuenta que todo aquello es lo que me mantiene enamorada. Y cuanto más simple sos, más me sorprendes. Es asombroso cómo podes entusiasmarte ante algo tan mundano como un muñequito de plástico. Es maravillosamente hermosa esa inocencia de niño de siete años que conservas. Y así entonces, ha pasado el tiempo, y me llenaste de terrenalidad. Y no lo lamento. Porque cuando quiero, vuelo. Y cuando quiero, bajo. Cuando antes bajaba sin quererlo, y me golpeaba fuerte la cabeza.

Te quiero con la fuerza de mil soles que nunca se van a apagar. Porque sos un guerrero de los más valientes, porque todos los días salis entero de la guerra que luchas contra vos mismo. Porque sos un héroe para mi y para nuestra niñita que te ama y que te amo con un amor que es palubere, hasta el cielo alto. Muy alto.