domingo, 18 de septiembre de 2011

4-2

Puedo asegurar con toda certeza que nuestro sorpresivo encuentro no ha provocado en mi melancolía de ningún tipo. Aunque, desde ese entonces, no he hecho otra cosa más que soñarte. Permitime (si se quiere) dudar de aquel encuentro, demasiado oportuno para ser real. Permitime dudar de haber estado caminando por aquella avenida tan banal, ocultándome entre el gentío, fingiendo ignorar aquellas voces de mi cabeza que suponen haberte olvidado. No nos queda más que creer que aquellos segundos en los que nuestras miradas se sostuvieron, no fueron más que una travesura del destino, infrenable destino, imposible de vencer. Creo, por sobretodas las cosas, en las segundas oportunidades. Y aún tengo algunos signos de pregunta vagando por mi cabeza, esperándote. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario