jueves, 29 de septiembre de 2011

Universos.

            A Gonzalo D.S.

Las cuatro paredes de nuestra casa serán cuatro bibliotecas, inmensas, del techo al piso, repletas de libros de distintos colores, géneros y lenguas, gordos, flacos, grandes y pequeños. En el techo habrá un enorme ventanal de vidrio blanco por el que podremos ver cómo cae la lluvia aquellos días que se empeñen en ser grises.
En el medio de la habitación, en el suelo, habrá un colchón, en donde nos tiraremos a mirar las estrellas o a alucinar con las diversas formas de las nubes, blancas, de algodón.
El ambiente será cálido. Ni frío ni caluroso. Lo necesario. Y lo inundará el aroma de los libros humedecidos por el tiempo. Tomaremos uno de ellos  todos los días y nos sumergiremos en el Universo que él nos quiera regalar. No necesitaremos nada más. Nos aislaremos del mundo. No reconoceremos otras voces más que las nuestras.
Poco a poco esos Universos se convertirán en uno solo, el nuestro. Y las historias serán nuestras también y las viviremos hasta perder la cordura y nos cantaremos canciones y nos sentaremos a esperar el día en el que, finalmente, nos encuentre la muerte, sonriendo.

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