miércoles, 3 de agosto de 2011

Encuentros.

Me convendría que nos juntemos mañana Miércoles 3 de Agosto en la Plaza Dorrego al horario que usted disponga. Sé que tal vez sea tarde para avisarle, pero confío en que tal vez lo vea. Espero su respuesta.
Un beso.
Eugenia.

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Buen día, como está usted.
Recién leo su correo. Lamento haberme comprometido con algo para hoy, ya que suponía yo que la posibilidad de vernos el miércoles quedaba descartada. Ya no puedo echarme atrás. Me alegro igual que me haya escrito. Ver su nombre entre tantos nombres de correos superfluos, da un poco de respiro. 
Quiero destacar algo de la charla de "reencuentro virtual" que tuvimos recientemente. Cerca del principio, usted pregunta: "¿Acaso lo estoy tuteando?" Jaja... que genial. ¡¿Y me lo pregunta a mi?! ¡¿A mi me lo pregunta?! Seguro que habrá muchas cosas interesantes para resaltar de nuestras charlas, y tal vez esa le parezca una estupidez. (Confieso que no lo creo; sólo lo digo porque el estúpido soy yo).
Le mando un abrazo, con esperanzas de que el encuentro se concrete el viernes. Sino, será otra vez.
Le dejo algo que seguro conoce; pero qué demonios importa que ya lo conozca. Si uno no termina nunca de conocerse ni siquiera a uno mismo; entiendo que lo mismo sucederá con las frases.
Hasta entonces,
Juan.
"Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace."




*Aclaración: La entrada anterior "Ácido lisérgico" es un texto que escribí hoy en donde hice mención a que uno no termina de conocerse ni a si mismo. Me llamó poderosamente la atención que usted me diga lo mismo hoy. ¡Lo mismo! ¡hoy! Aunque no sé por qué me llamó poderosamente la atención. Bien sabemos que nosotros somos así. Qué genial*

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